miércoles, 31 de agosto de 2011

Rabia.

Cuando las cosas se tuercen, cuando no escuchamos lo que queremos recurrimos al camino facil, a la ira, la rabia, el enfado. No siempre es la mejor opción, pero es la más frecuentada por la mayoría de las personas que ahora mismo leerán esto. Yo no me excluyo de ello, es más, yo soy la primera que acudo a la rabia, a los gritos, a los golpes... a las lágrimas, en vez de intentar pensar fríamente una solución lógica a eso que me tortura. ¿Pero qué más da? ¿Para qué buscar una solución a algo que no la tiene? Siempre he sido demasiado ilusa, ¿Aquién quiero engañar? No soy fuerte, no soy esa persona que a veces quiero aparentar, a la que todo le da igual, la que no llora. Cometo errores, como todo el mundo. La diferencia es que tengo esa gran manía de torturarme esperando a que se solucionen solos, cuando lo único qe hacen es amontonarse uno tras otro creando una montaña dificil de escalar. Difícil, aunque no imposible, y se que algún día, cuando de verdad me lo proponga, llegaré a su cima y mirando hacia abajo me reiré de todo esto.

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