El ser humano, en ocasiones tiende a ser egoista y no valorar lo que realmente tiene, porque sabe que lo tiene.
Cuando alguien desea algo con toda su alma lucha por ello hasta conseguirlo, y no se rinde fácilmente. Cuando lo consigue se siente orgulloso por ello, y cuida lo tan deseado como si fuera de cristal, como si fuera a romperse de un momento a otro.
Cuando pasa el tiempo, y el humano ve que su bien tan preciado sigue a su lado, comienza a ignorarlo e infravalorarlo, pensando que no se moverá de su lado, que no va a perderlo y que cuando lo necesite va a estar.
Entonces sucede que el día menos pensado, eso que tanto queríamos y que por fin era nuestro desaparece, se rompe o se esfuma de nuestro lado como si del viento se tratase.
Es cuando los humanos nos damos cuenta de que realmente lo hemos perdido, y nos entristecemos, y lloramos, y lo echamos de menos. Nos arrepentimos de no haberlo cuidado como se merecía, y nos damos cuenta de que pasado el esfuerzo que habíamos hecho ya no sirve de nada, y que por no valorar hemos perdido eso que tanto esfuerzo nos ha costado conseguir. A pesar de tener cada uno nuestras porpias experiencias, seguimos haciéndolo por propio egoismo. Tiste, pero cierto.
Por egoismo podemos perder tantas cosas... desde un juguete que se rompe, hasta el amor de nuestra vida.
Que ignorantes somos en ocasiones, ¿verdad?
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